miércoles, 28 de octubre de 2015

El cerebro creó la religión para aliviar el estrés

La neurología ha podido entrar a estudiar al cerebro vivo, conociendo cómo funciona en diferentes actividades y estados mentales. La religión y el acto religioso no han quedado ajenos de la investigación. Curiosamente, el resultado de las investigaciones apunta a que la religión (o las religiones, ya que existen 4.000) han sido objeto de la mente humana, al igual que los dioses en los que los teístas creen. Este artículo de Miguel Ángel Criado, a propósito de la obra “El cerebro de Dios”, fue publicado originalmente en el diario Público. Karl Marx se equivocaba cuando consideró a la religión como el opio del pueblo. En realidad, como está demostrando la neurociencia un siglo y medio después de que el filósofo alemán escribiera aquella sentencia, el destinatario de su poder analgésico es el cerebro. Apoyados en la biología evolutiva, las últimas técnicas en neuroimagen y el análisis de residuos cerebrales, dos científicos estadounidenses explican en el libro God’s Brain (El cerebro de Dios, ed. Prometheus Books ), publicado en EEUU a comienzos de marzo, cómo la experiencia religiosa libera una serie de neurotransmisores y hormonas que mitigan el estrés que sufre el cerebro ante los pequeños problemas de la vida diaria y las grandes preguntas que, desde siempre, se hace el ser humano. “Sostenemos que el cerebro creó la religión y la idea de Dios”, explica el antropólogo Lionel Tiger, profesor de la Universidad Rutger y coautor del libro. “Sospechamos que nuestros ancestros imaginaban cosas que les atemorizaban, así que, para reducir ese miedo, produjeron una idea de Dios y formalizaron las religiones”, añade. Desde mucho antes de la Ilustración, pensadores de todos los tiempos han cuestionado la sobrenaturalidad de la religión. Filósofos, librepensadores y científicos, en especial desde que se hicieron públicas las teorías de Darwin y los trabajos de Mendel sobre genética, han visto en la religión una creación humana destinada a hacer la vida en la Tierra algo más confortable. Pero no dejan de ser opiniones o teorías mejor o peor fundamentadas. Fuente: Miguel Ángel Criado

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