jueves, 8 de octubre de 2015

Algo sobre Teosofía. Porque, leer es poder.


En realidad: ¿Qué posición podría tener, entre nosotros, un fanático, cuya religión le impide toda investigación y no admite el uso libre de la razón; cuando el concepto original, la mera raíz de la cual crece la planta hermosa que llamamos Teosofía, es una exploración libre y completa en todos los misterios naturales, divinos o humanos?
Aparte de esta restricción, la Sociedad Teosófica invita a todos a participar en sus pesquisas y descubrimientos. Quienquiera que sienta que su corazón late al unísono con el gran corazón de la humanidad; quienquiera que sienta que sus intereses son uno con los de los más pobres y menos afortunados que él; quienquiera, hombre o mujer, que esté siempre dispuesto a prestar servicio a quienes sufren, quienquiera que esté plenamente consciente del verdadero significado del “Egoísmo,” es un Teósofo congénito y por derecho. Puede estar seguro que siempre encontrará, entre nosotros, corazones comprensivos. En efecto: nuestra Sociedad es una pequeña humanidad especial, donde, al igual que en la humanidad en general, uno puede encontrar su contraparte.
 
Si se objetara que en esta Sociedad Teosófica el ateo está al lado del deísta y el materialista del idealista, contestaremos: “¿Y qué? Si un individuo es un materialista, es decir, discierne en la materia una potencialidad infinita para la creación o mejor dicho, para la evolución de toda vida terrestre, o si otro es un espiritista, dotado de percepción espiritual que el primero no tiene, ¿por qué esto debería impedir, al uno o al otro ser un buen Teósofo? Además, quienes adoran a un Dios Personal o a una Sustancia Divina, son mucho más materialistas que el panteísta, el cual rechaza la idea de un Dios de carne, mas, percibe la esencia divina en cada átomo. Todo el mundo sabe que el buddhismo no reconoce el binomio Dios o Dioses. Sin embargo, para el Arhat, para el cual cada átomo de polvo está tan lleno de Swabhavat (sustancia maleable, eterna e inteligente, aunque impersonal) como lo está él mismo y que trata de asimilar este Swabhavat, identificándose con el Todo a fin de alcanzar el Nirvana, debe, para llegar allí, seguir el mismo Sendero doloroso de renunciación, de las buenas obras, del altruismo y tiene que vivir una vida santa, aunque menos egoísta en su intención, que el cristiano beatificado.
 
 

¿Qué importancia tiene la forma transitoria, si la meta a alcanzar es la misma Esencia Eterna, a pesar de que se presente a la percepción humana bajo el disfraz de una Sustancia, de un Soplo inmaterial o de la nada? Admitamos la Presencia, a pesar de que se le llame Dios Personal o Sustancia Universal, y admitamos una causa, pues todos vemos efectos. Pero, puesto que estos efectos son los mismos para el buddhista “ateo” y el cristiano deísta y siendo la causa inescrutable para ambos: ¿por qué gastar nuestro tiempo siguiendo una sombra ilusoria? En último análisis: los más grandes materialistas y los filósofos más trascendentales, admiten la presencia de un Proteo impalpable, omnipotente en su ubicuidad, a través de todos los reinos de la naturaleza, incluyendo al ser humano; un Proteo indivisible en su esencia, sin forma y, sin embargo, manifestándose en todas las formas; está aquí, allá, por dondequiera y en ningún lugar, es el Todo y la Nada, es todas las cosas y permanece siempre Uno, Esencia Universal que vincula, limita y contiene todo y todo la contiene. ¿Cuál teólogo puede ir más allá de esto? Es suficiente reconocer dichas verdades para ser un Teósofo; ya que tal confesión implica admitir que no sólo la humanidad, aunque conste de millares de razas, sino todo lo que vive y vegeta, todo lo que, en una palabra, es, está constituido por la misma esencia y sustancia, está animado por el mismo espíritu y, por lo tanto, hay solidaridad en la naturaleza, tanto en el plano físico como en el moral.
Fuente: H:P: Blavatsky